viernes, 25 de febrero de 2011

A MODO DE PRESENTACIÓN



Alguien dijo y no fui yo “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Esta frase y aquellas personas a las que va dirigida como simbolismo de poder en épocas remotas, (hoy irreconciliables, al menos uno de ellos, por el paso del tiempo) resumen al máximo lo que deberíamos entender por ser justos.

Porque por mucho que intentemos justificar nuestra participación en algún hecho injusto nunca será justificable desde el punto de vista de la conciencia ética, tanto individual como colectiva.

Soy Fermín Casquete Álvarez nacido en un pueblecito de Valladolid, en el seno de una familia muy numerosa (11 hermanos) con unos valores democráticos intensamente practicados en el seno de la familia desde antes que la democracia nos iluminara a todos y pudiéramos elegir nuestras opiniones desde las que pudiéramos defender y practicar estos valores.

Por ello es injusto que desde el desconocimiento o el resentimiento se me insulte, porque es un insulto llamar y clasificar a alguien de lo que no es y que jamás lo sería teniendo capacidad de discernir y de decidir.

Soy socialista y activista convencido, pro derechos humanos y mi contribución personal a la lucha contra las desigualdades sociales se pueden seguir a través del tiempo que ha pasado desde que tengo uso de razón hasta el momento en que estoy escribiendo esta síntesis.

Hay quienes, en lugar de intentar conocer mi origen, para ser justos en sus apreciaciones sobre mi, se dedican a inventarse mi identidad, sólo se les puede tildar de ignorantes y lacayos de una inteligencia maligna que está al servicio de la más repugnante de las acciones humanas: la calumnia, como argumento para destruir la honorabilidad de las personas.

He de reconocer que mi persona no ha pasado nunca desapercibida allá donde he desarrollado mis actividades y por ello, como el 99’99 % de los mortales tengo mis defensores y también mis detractores. Confieso, que mientras mis defensores lo hacen porque conocen mi forma de ser y de trabajar por la sociedad en cada una de las actividades que han compartido conmigo; los detractores, que son menos, y puedo constatar que la gran mayoría de ellos cambian en positiva su apreciación sobre mi cuando me conocen y comprueban la realidad, porque se da la curiosidad de que hablan y se manifiestan sobre mi sin conocerme para nada.

De mi pueden hablar con conocimiento de causa los compañeros de trabajo donde he desarrollado mi profesión y algunos dirán que no les gusta mi forma de ser porque era un negociador empedernido y ellos preferían utilizar siempre la presión como herramienta negociadora, otros, curiosamente la mayoría, dirán de mi cosas que ruborizarían al más engreído de los mortales y todo esto es demostrable porque la mayoría de las personas que han trabajado conmigo viven todavía y por mucho tiempo.

No obstante, entiendo, aunque no lo comparto para nada, que mis detractores, aquellos que sí me conocen, lo hagan por rencor, porque la verdad, a muchos de ellos les desmonté democráticamente su chiringuito mediante el liderazgo que me otorgaban los trabajadores de la empresa una y otra vez después de la apertura democrática y cuando se podían elegir sin caretas extrañas. Nunca, y digo nunca, fui delegado sindical del viejo y caduco sistema represor de la dictadura, algunos de mis detractores, escudándose en la revolución trabajaron con la involución, sí, trabajaron con ella aunque desde el disfrute de dinamiteros, según las doctrinas existentes de aquellos tiempos.

Nunca he militado en ningún otro sindicato que no haya sido la UGT, a pesar de los agentes especiales de reclutamiento que me proponían participar en la gran revolución obrera que ellos programaban mientras algunos negociaban su futuro con cada empresario de turno.

Jamás negocié nada para mi que no estuviera reglado para mis compañeros o trabajadores que representaba, llegando incluso a renunciar a mi futuro para no poner en peligro el suyo.

En fin, tengo en la mochila muchos recuerdos que podrían afectar a algunos detractores, pero creo sinceramente que no merece la pena porque nadie se beneficiaría de ver como algunos de ellos llevan más de 35 años moviéndose y removiéndose en su propia materia orgánica y para colmo alimentándose del erario público algunos de ellos.

En los finales de los años 70 fui elegido el máximo responsable de la UGT de la Comarca del Barcelonés Nord con el firme compromiso de unificar agrupaciones y sindicatos en estructuras afines y eficientes para dar respuestas a los trabajadores que estaban sufriendo los zarpazos de la crisis.

Nuestra representación sindical en las empresas era por aquella época bajísima y cada delegado que éramos capaces de convencer para nuestras siglas era toda una hazaña, sin embargo, con nuestra capacidad de generar equipos de trabajo y, sobre todo, de construir ideas para mejorar la situación de los trabajadores pudimos darle la vuelta a la representación sindical en relación a nuestra representatividad en las empresas, pasando de un escaso 10% hasta conseguir llegar a ser la central sindical mayoritaria con un 42’3 % al final de los mandatos que, uno tras otro, me iban proponiendo mis compañeros de UGT como Secrertario General de la Unión General de Trabajadores de Barcelonés Norte, Vallés Oriental y Maresme.

En verdad, fueron 17 años de plenitud en los que se sucedieron tantos y tantos acontecimientos que no voy a enumerar porque la gran mayoría los viví directamente pero en esta mi presentación solo quiero despejar dudas de quien soy y como soy, al tiempo que manifiesto mi voluntad de atender y entender las dudas que pueda generar mi personalidad que, por descontado, no tengo ningún interés en modificar el criterio de quienes me conocen y por resentimiento se inventan otro yo para demostrarnos con ello la clase de personajes que son.

Tengo que manifestar que mi pensamiento ideológico tiene sus raíces en el socialismo humanista y mucho antes que sindicalista fui socialista por razones de referencia genética.

No obstante, entre mi pertenencia a un sindicato, el único en mi vida al que elegí para desarrollar mi humilde aportación a la gran tarea de erradicar las desigualdades sociales, que no es otro, aún en el día de hoy, que la UGT y mi afiliación primero al PSOE y posteriormente al PSC fruto de la acertada unidad del socialismo catalán, no media tiempo alguno, entendí siempre las dos instancias que los trabajadores teníamos que recorrer, para conseguir los objetivos programáticos del movimiento obrero comprometidos con el socialismo democrático.

Es cierto, y quien me conoce lo sabe, que no he querido ser abanderado nunca de ideas contranatura y para mi, todo lo que sea forzar la voluntad mayoritaria por la vía de la imposición me parece una acción indigna, ya sea en el Estado, en las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y como no, en cualquier organización de la sociedad civil.

Por ello, siempre que pueden, los enemigos de la coherencia, los contrarios a la verdad, los que se creen tocados de la mano poderosa de lo invisible, en definitiva, todos aquellos que no pueden trabajar en silencio, ni crear riqueza para la sociedad sin construirse un traje de notoriedad para ser reconocidos, se obstinan en hacerme una fotografía que no se corresponde con la realidad ni de cerca ni de lejos.

Sin embargo, confieso que soy muy poco dado a dar concesiones para la galería y que cada proceso que cuenta con mi participación siempre tiene que terminar con el sello del consenso impreso, porque si no es así, sencillamente me aparto del proceso y me dedico a proyectar el respeto a lo acordado.

Intento administrar los tiempos de acuerdo con mi capacidad de intuición y, por ello, cuando me propusieron la máxima representatividad de la UGT en la comarca no dije si inmediatamente, al contrario, construí un programa sin una sola contradicción con el emanado de los Congresos, le fijé un tiempo para cumplirlo, lo presenté y me dijeron adelante.

Cuando el Barcelonés tenía una deficiencia total en el transporte público de superficie y un grupo de trabajadores vino a darme a conocer sus problemas laborales, rápidamente me puse a su servicio, a pesar de que no teníamos representación alguna en la empresa que realizaba el servicio.

Puse a trabajar a un equipo de sindicalistas en la investigación del sector de transportes y, concretamente, de transporte urbano de superficie y ello me llevó a presentar unas conclusiones a los 136 trabajadores que en aquel momento tenía la empresa, de los cuales, curiosamente, adscritos al servicio sólo tenían asegurado su puesto de trabajo 68.

Con esta situación real tuvimos que trabajar y nos dotamos de un plan para presentar a los trabajadores que tenía dos alternativas claramente diferenciadas, la alternativa A) tenía como objetivo la conservación del máximo de puestos de trabajo que debería absorber la empresa que se hiciera cargo de la explotación del servicio, presumiblemente Transportes de Barcelona como defendían los afiliados a Comisiones Obreras, aunque otras empresas, conocidas por todos, estaban interesadas en explotar el servicio una vez el metro llegara a Badalona. La alternativa B) consistía en presentar a los trabajadores un plan para construir una Sociedad Anónima Laboral en la que el Capital Social fuera enteramente propiedad de los trabajadores a partes iguales. Esta idea fue profundamente debatida y discutida y finalmente fue apoyada por más del 80% de los trabajadores y el fruto de ella es lo que hoy es TUSGSAL.

Sin embargo, lo que más ha trascendido no es la verdad sobre esta empresa, ni la bondad de sus prestaciones sociales, ni siquiera como está compuesto su accionariado, lo que más trasciende es que su Presidente, que soy yo, y cuya participación en el capital social de la empresa es del 1’53% es el propietario, y no sé que más barbaridades.

Yo sólo puedo manifestar que nada ha cambiado desde que formulé la propuesta en 1983 y que el resultado es el que es porque la grandísima mayoría de los componentes han remado a favor de la corriente que aquel plan contenía y no voy a negar las dificultades, ni los momentos difíciles por los que como máximo responsable me ha tocado vivir. Pero puedo asegurar que el magnífico grupo humano que siempre me ha arropado en todos mis planteamientos sabían donde íbamos, saben donde estamos y, lo más importante, saben donde nos dirigimos después de 25 años.

Cuando me propusieron ser presidente del C.F. Badalona hice exactamente lo mismo, estudié la situación, que era horrible, propuse mi opinión, creé un programa de actuación y conseguí el apoyo de la mayoría que me eligió para liderar el nuevo y resurgente Club de Fútbol Badalona.

Lo que ha trascendido de nuestra gestión sólo es una brevísima síntesis de la realidad y otra vez más se ha producido el mismo resultado una persona, un pensamiento, un programa, una firmeza en los compromisos y, sobre todo, un buen equipo en cada una de sus vertientes para que cada uno de los compromisos se cumpla.

Y con lo siguiente termino, por ahora diciendo que no sé si es o no políticamente correcto presentarme así, pero lo único que he querido transmitir es la realidad de mi personalidad, desde la humilde verdad de quien la puede demostrar.